Miami -- El sacerdote Michael
Lapsley, conocido por su lucha contra el “apartheid” de Sudáfrica, pidió el
viernes al presidente de EEUU, Barack Obama, que libere a los cinco cubanos
condenados por espionaje en EEUU, por los que dice sentir “un gran amor y afinidad”.
“Si hubieran sido
jóvenes de su país que impidieron un ataque terrorista contra EEUU lo más
probable es que usted los hubiera invitado a cenar a la Casa Blanca para
entregarles medallas”, apunta el escrito que el Comité Internacional por la Libertad
de los 5 Cubanos ha dirigido al presidente estadounidense.
La carta del
sacerdote, víctima de un intento de asesinato con una carta bomba que obligó a
la amputación de sus manos, fue difundida hoy para hacerla coincidir con el día
5, por “los 5 Cubanos”, como se conoce a Gerardo Hernández, Ramón Labañino,
Fernando González, Antonio Guerrero y René González.
Fueron condenados
hace doce años a distintas penas de cárcel en EEUU por conspirar y operar como
agentes extranjeros. Hoy sólo está en la calle René González, que salió de la
cárcel en octubre de 2011 tras cumplir una condena de 13 años, pero no podrá
regresar a Cuba hasta octubre de 2014, cuando termine la libertad vigilada
impuesta.
Todos ellos
integraban la red “Avispa”, que fue desmantelada en 1998, y los cinco
reconocieron ser agentes del Gobierno de La Habana, pero dijeron que no
espiaban a EEUU, sino a “grupos terroristas de exiliados” que conspiraban
contra Cuba.
“Recuerdo
vívidamente la sensación de alegría, alivio y, lo más importante, esperanza que
su victoria (electoral) representaba”, dice la carta de Lapsley sobre la noche
en que Obama ganó sus primeras elecciones.
Añade que “la
única comparación que puedo hacer de lo que sentí esa noche en 2008 fue lo que
sentí cuando después de siglos de lucha el ‘apartheid’ fue derrotado en
Sudáfrica”.
“Quisiera poder
seguir sintiendo esa esperanza sobre lo que su presidencia representa
-escribe-. Estoy apelando a ese sentido de justicia natural que vi en usted esa
noche para que libere a cinco hombres cubanos que llegaron a EEUU en los 90
para supervisar las actividades de grupos terroristas contra Cuba en el sur de
la Florida”.
El sacerdote
recuerda que esos hombres “están cumpliendo largas sentencias en sus cárceles e
incluso a las esposas de dos de ellos se les niega visas para visitarlos”.
“Estoy seguro que
con todo el apoyo internacional que tienen estos hombres usted debe estar bien
enterado de este caso y que usted podría liberarlos a través del poder que le
otorga la Constitución de EEUU”, apunta el escrito atribuido a Lapsley.
Además se
pregunta: “¿Qué podría ser más noble que lo que hicieron estos 5 hombres en la
guerra contra el terrorismo y en defensa de su patria?”.
“Personalmente
siento un gran amor y afinidad por los 5 cubanos porque soy una víctima del
terrorismo a consecuencia de una carta bomba que durante los últimos días del
régimen del ‘apartheid’ en 1990 destruyó mis manos y me quitaron un ojo,
produciendo además otras lesiones”, manifestó.
Explica que el
ataque fue “una reacción de odio” hacia mi trabajo como sacerdote inmerso en la
lucha de liberación contra “uno de los sistemas más brutales de opresión racial
que el mundo haya visto” y añade que “Cuba siempre se levantó en apoyo al
pueblo de Sudáfrica contra esa opresión”.
Lapsley asegura
en el escrito que, a modo de “pequeño gesto” para “saldar la deuda que mi país
tiene con Cuba”, ha visitado a uno de los encarcelados, Gerardo Hernández, que
cumple cadena perpetua, algo que le recuerda “cómo nuestros mejores líderes fueron
encarcelados, no porque fueran delincuentes, sino porque buscaban libertad y
justicia para todos”.
“La animosidad
que ha tenido EEUU hacia la isla de Cuba durante décadas no tiene que ser una
carga para usted, que tiene una posición única para ser un agente de cambio
activo ayudando a forjar un mundo mejor”, dice a Obama.
En su opinión, el
“simple” hecho de liberar a los cinco cubanos no sólo es “lo correcto”, sino
que “hará brillar los ojos de toda una nación que ve a estos hombres como
héroes” y será un catalizador hacia la normalización de las relaciones
bilaterales, así como hacia “la cicatrización de la familia humana. Sé que está
en usted y apelo para convocar ese valor”.
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