Por: Narciso Fernández
Ramírez
Cuando el regreso de Fernando a la
Patria se acerca, tras haber cumplido hasta el último día la injusta condena de
más de 17 años, dos noticias relacionadas con colegas del periódico atrapan el
interés.
Ambas tienen como protagonista a
Gerardo Hernández Nordelo, sobre quien pesan dos cadenas perpetuas más 15 años
por el cargo de conspiración para cometer asesinato, y a quien nunca le ha sido
dado ni tan siquiera el derecho de volver a abrazar a su esposa Adriana.
Sin embargo, Gerardo, el jefe de la
red Avispa, no pierde la cualidad de entusiasmarse por aficiones que incitan a
cualquier cubano: el humor y la pelota, y así lo hace ver en sendas cartas.
Pepino, como le conocieran los
colegas del humorismo en Cuba, incluidos los del colectivo villaclareño
Melaito, acaba de responderle una misiva a Yanet, la hija de Pedro Méndez,
director de la publicación más dulce del país. En ella le trasmite sus votos de
pronta recuperación a nuestro Pedruco y, de paso, le envía un saludo a otro de
la tropa del Melao: Martirena.
En la revista Bohemia del 6 de
septiembre del pasado 2013, con la firma de uno y de otro, Gerardo vio las
caricaturas dedicadas a sus hermanos de causa, conocidos mundialmente por los
Cinco.
Y es que, más allá de las letras de
ocasión, a Gerardo le une una relación de muchos años con la tropa de Melaito.
Se remonta a la década del 80 del pasado siglo cuando el joven Nordelo, alias
Pepino, incursionaba en el humorismo, campo en que ya nuestros caricaturistas
constituían toda una institución en el humor gráfico cubano.
Con el tiempo aquella amistad
profesional fue creciendo y convirtiéndose en admiración, hasta trasmutarse en
símbolo el día en que el pueblo de Cuba conoció de su misión. En adelante,
todos hemos sido testigos de la vertical conducta del hombre convertido en
héroe.
Durante los largos años de encierro
entre Gerardo y los melaítos villaclareños no ha dejado de fluir la
comunicación postal. Otra coterránea le sirve de intermediaria, la santaclareña
Carmen Aurora. Considerada por Gerardo como su segunda madre, ella le ha hecho
llegar buena parte de los números del suplemento humorístico que tanto hace
reír y reflexionar a los de casa. La publicación lo ha mantenido al tanto del
acontecer de Villa Clara, incluso de cotidianidades domésticas como el precio
de los alimentos.
A continuación, un fragmento de la
misiva: «Me dio gran alegría saber que Pedro se está recuperando
satisfactoriamente, y estaré siempre muy agradecido por el dibujo que me hizo
--o nos hizo a los Cinco-- en medio de su recuperación. Dile que le mando un
fuerte abrazo extensivo al colectivo de Melaíto. Gracias a mi amiga Carmen me
mantengo al tanto de la labor creativa de mis colegas, y ya sé que los
aguacates no han bajado de precio… Por cierto hace poco recibí la Bohemia del 6
de septiembre, y entre las caricaturas dedicadas a los Cinco venía una de Pedro
y otra de Martirena. ¡Gracias a los dos, y al colectivo de Melaíto por su
constante apoyo a nuestra lucha!».
En otro mensaje, Gerardo expresa la
satisfacción que le dio leer el libro de Osvaldo Rojas Garay, Casos y cosas de
la pelota, una inusual enciclopedia beisbolera en la que el colega hace brillar
sus cualidades de cronista deportivo con anécdotas inusuales, coincidencias y
sucesos extraordinarios, al estilo de sus Relatos interesantes, que sale al
aire en el espacio La Explosión de las 12, de la CMHW.
Dirigida también a esa madre amorosa
de Gerardo que es Carmen Aurora González, otro segmento de una misiva, leída en
la última peña La Casa como un Árbol:
«Estos últimos meses han sido
tremendos por acá, al trabajo legal y demás ocupaciones de siempre se han
sumado varios problemas en la prisión y no salimos de un castigo cerrados en la
celda para entrar en otro. Pero en uno de esos encierros me llegó su libro
Casos y cosas de la pelota, de Osvaldo Rojas Garay y lo pude disfrutar con
calma. Me gustó mucho y además aprendí mucho también. Rojas Garay hizo un
excelente trabajo. Se
lo he prestado a varias personas aquí».
Cartas llenas de aliento que sirven
de acicate para luchar por el regreso de este gran cubano que es Gerardo. Más
estímulo para que, más pronto que tarde, esté con los suyos, con nosotros, ese
hombre especial, que al igual que Martí, no ha aprendido nunca a odiar, ni ha
dejado de sonreír.
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